El primer post de este artículo se llama “Cómo odio a los
clientes”, y ahí comentaba algunas cosas que las empresas suelen hacer como si
su objetivo fuese espantar a los clientes. Pues bien, le voy a comentar dos
cosas que sucedieron hace poco en una tienda por departamentos que también
tiene un banco. Una fue una experiencia personal y la otra le pasó a una amiga
cercana.
Caso 1 Burocracia
para cambiar una camisa
La semana pasada me compré dos camisas, cuando llegue a casa
las saqué de la bolsa para plancharlas y me di con la sorpresa que una de ellas
tenía una pequeña mancha en una de las mangas.
Cómo una mancha es una mancha por pequeña que fuera, a los
dos días regresé a la tienda para cambiar la camisa por otra exactamente igual
(marca, talla y color), llevando el recibo de compra y los empaques
originales. El proceso más simple, que
le facilita la vida al cliente, hubiese sido permitirme ir a la sección donde
compré la camisa, buscar a un vendedor darle mi camisa y que me dé una nueva y
listo. Pues no, tuve que ir a otro piso a una plataforma de atención, sacar un
ticket, sentarme a esperar, luego de un rato me llama uno de los empleados de
contacto, le comento que pasó, le doy la camisa, el empaque y el comprobando de
venta, revisa los datos en el sistema, luego me dice que me siente y se va con
la camisa a verificar el código, luego de un buen rato regresa (supongo que fue
al área de ropa para caballeros), me
llama, me pide mis datos, los ingresa en el sistema y finalmente me emite una
nota de crédito. Luego tuve que bajar a la sección de ropa de caballeros,
buscar la camisa, llevarla a caja y pagar con la nota. ¿No son muchos pasos
para un simple cambio? ¿Pensarán en el cliente en esa tienda? O ¿el proceso es adrede
diseñado de manera engorrosa para desalentar las devoluciones y cambios? Eso
ahuyenta a los clientes.
Caso 2 Si uno de
nuestros vendedores la engaña, es su culpa por no fijarse
Mi amiga compró hace unas semanas un sofá para su sala, lo
pagó con la tarjeta de la tienda para tener el descuento especial e
inmediatamente canceló el total de la compra más un monto adicional por si
habían portes o comisiones.
Grande fue su sorpresa cuando tiempo después le llegó el
estado de cuenta de la tarjeta en la que le cobraban una pequeña cantidad por
la emisión del mismo y al revisarlo se dio con la sorpresa que tenía una deuda.
Como es lógico fue a reclamar personalmente, la persona que la atendió le dijo
que lo más probable era que el vendedor le hubiese hecho la venta a 48 cuotas
porque así gana más comisión y le recomendó presentar un reclamo, cosa que hizo.
La respuesta al reclamo fue de antología, lo declararon
improcedente pues mi amiga había firmado aceptando la compra en cuotas. ¿A
alguien en su sano juicio se le ocurre comprar algo en cuotas y pagarlas por
adelantado casi todas juntas porque la suma de las cuotas es mayor que el monto
de la compra pues en el cálculo se incluyen los intereses? Es decir adelantó 40 cuotas sin recibir nada a
cambio.
Esto que a todas luces es una acción inmoral de un
trabajador, le da la oportunidad a la empresa de demostrar que le interesa al
cliente, termina embarrándola echándole la culpa a este por no revisar el papel
¿Vale la pena los pocos cientos de soles que la empresa dejaría de ganar por
anular esa compra en cuotas la mala imagen que se va a hacer por comentarios en
redes sociales o una queja con las autoridades o en algún noticiero?
Evidentemente no.
Lamentablemente en esta empresa el servicio al cliente no es
importante. Aunque usted no lo crea…
No hay comentarios:
Publicar un comentario